María Dolores Jiménez Aguilar
Presidenta de Construcor
Llevamos varios meses leyendo y escuchando que viene una nueva “burbuja inmobiliaria” con todo tipo de datos y argumentos: las subidas del precio de los alquileres, la compraventa de vivienda, las nuevas ofertas hipotecarias de la banca o la intervención de los fondos en el mercado del suelo.
“Vaya, otra vez el ladrillo”, se dice con tono peyorativo, para hablar de un sector empresarial, la construcción, cuya realidad cotidiana tiene poco que ver con una burbuja y nada que ver, en su conjunto, con el de hace diez años.
Hoy, la construcción son Infraestructuras. Desde la vivienda y sus tipologías hasta la obra civil, pública o privada, pasando por equipamientos, conservaciones, mantenimientos, rehabilitaciones y la tecnología que afianza la sostenibilidad y su integración natural en el medioambiente. Hoy, “ese ladrillo”, es una actividad que ha avanzado enormemente gracias a la profesionalidad de empresarios, trabajadores y profesionales, en el que las empresas han hecho un esfuerzo y sacrificio increíbles y donde las condiciones en las que trabajamos, lo repito, no tienen nada que ver con las anteriores.
Hoy, cuando se vuelve a hablar de “burbuja”, hay que recordar las diferencias con el pasado reciente. El peso de la construcción en la economía, por ejemplo, ha pasado del 15 por ciento en 2007, al seis el año pasado. La inversión en construcción y el empleo, están por muy debajo de la media 2004-2008; las viviendas nuevas iniciadas apenas son algo más del 10 por ciento de las 665.000 que se comenzaron 2006; los presupuestos para obra civil pública, están en mínimos casi absolutos y las diferencias entre vivienda y obra civil son muy grandes. Una creció el siete por ciento en 2017 y la otra apenas más del uno.
Mejoras relativas
La edificación residencial mejora a buen ritmo en las grandes capitales y algunos lugares de la costa. En el interior, y en otros lugares costeros la evolución es mucho más lenta.
La compraventa de vivienda está a un 75 por ciento del año 2007 y es eso, compraventa. Mucha segunda mano y todavía alguna refinanciación. La presión de los alquileres se da también en las grandes ciudades y la costa mediterránea en su conjunto. En algunos sitios como Madrid o Barcelona, tremenda. Entre las causas, hay muchas a estudiar. Una de ellas, los alquileres turísticos.
Respecto a la obra pública, la inversión promedio en infraestructuras por habitante en España fue de 276,52 euros en 2107 pero con grandes diferencias. Desde los 756 euros por habitante del País Vasco, los 380 de En Castilla y León, los 294 de Madrid o los 279 de Cataluña hasta los 160 de Andalucía y los 161 de Córdoba. La licitación de obra pública en Andalucía fue de 1.349 millones de euros, de los cuales, 127 le correspondieron a Córdoba. Como ya hemos visto los presupuestos para 2018, les invito a hacer sus propias reflexiones más allá de discutir quien da más o menos sino si existe un proyecto, o proyectos comunes, de ciudad o provincia.
Que en el sector se cometieron en su momento errores y excesos es bien sabido y se han sufrido por gobiernos autónomos, ayuntamientos y sobre todo por las empresas, los profesionales y las familias. Que hemos trabajado muy duro y seguimos haciéndolo en las empresas para seguir creando empleo, también
El sector de las infraestructuras busca un crecimiento sostenible ligado al desarrollo tecnológico y la investigación en todas sus tipologías, comenzando por la vivienda. Está siendo un camino lento, difícil y con muchos obstáculos públicos y privados. Lo dicen los datos contrastados y nuestra realidad cotidiana como empresas, que rechaza eso de una nueva “burbuja del ladrillo” por las presión de los alquileres y las hipotecas baratas de la banca. El sector y la inmensa mayoría de sus empresas y sus profesionales es mucho más que eso y mucho mejor que eso.